TT: @lanietadelaMalinche
Nunca me había permitido vivir lo que es asistir a una marcha del Día de la Mujer, ganas no me faltaban, pero siempre anteponía labores y otras cosas a darme el tiempo para asistir, pero este año en Madrid fue distinto.
Todo comenzó con un simple mensaje de mi amiga Beri, en el texto, me hacía saber que ella junto con otras amigas iban a asistir a la marcha y que estaba invitada. Honestamente me lo pensé, porque era viernes, estaba cansada, hacía frío, mucho aire e inclusive se amenazaba la tarde con lluvia, en fin, un sinfín de pretextos, pero al final, opté por dejar todo eso de lado y por primera vez en la vida darle prioridad a mi día, a mi conmemoración.
Así que me abrigué lo mejor que pude y me fui a casa de mi amiga y junto con otras dos chicas más hicimos nuestros carteles. Siempre he leído los carteles tan buenos que hacen y ahora era mi momento, pero, ¡qué difícil!,¿qué quiero poner?
Luego de muchas ideas que las mismas chicas me daban y de leer un montón en redes, opté por dos, uno para mis cercanas “Hoy marcho por: mi abuela, mi madre, mi hermana, por ti, por mí”, y por el otro lado, una frase que siempre me ha gustado: “Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar”, mi cartel estaba listo.
Salimos corriendo para llegar a la estación atocha, ya que de ahí saldría la marcha a la cual nos queríamos unir, para terminar en la plaza Colón. Cuando íbamos de camino, sentía mucho frío, además que mucha gente miraba nuestro cartel, intentaban ser discretos, pero podía notar como sus ojos se iban pronto a leerlos.
Pero fue solo llegar al sitio y ver esa multitud de personas que estaban ya avanzando que mi corazón empezó a acelerarse, no podía creer que estaba ahí, que hoy si había tenido el valor de unirme a todas esas mujeres valientes que hacen tanto por nosotras.
Tuvimos que correr un poco para alcanzar al bloque al que mis amigas pertenecen, que era el de “mujeres migrantes antirracistas”, caso curioso, si por circunstancias se tratan, yo también cabía en ese.
No podía más que mirar alrededor, no podía dejar de grabar y tomar fotos, con el corazón a mil por hora y el llanto en la garganta, no puedo explicar con palabras lo que sentía al estar ahí. Eso sí, una fuerza impresionante al momento de subir mi cartel, pensando en todo momento en las mujeres que me rodean.
Mi fascinación aumentó al ver a un sin numero de niñas participando, ¡sí, niñas!, al verlas solo pude pensar que ¡vaya futuro nos espera!, y, sobre todo, que se prepare el estado, porque viene una generación de guerreras que van a continuar esta lucha con mucha fuerza y conciencia.
Claro que también había niños y niñas muy pequeñas, a quienes las madres y padres llevan a participar y que aún no tienen conocimiento sobre lo que pasa, ni sobre la marcha, pero lo tendrán, y lo entenderán en un futuro no muy lejano.
Me llenaba el corazón ver también a las mujeres mayores, muchas acompañadas por su pareja o por familia, sin duda, mucho le debemos a esas personas, cuanto han logrado y cuanto han luchado desde su juventud.
Personas de los diferentes géneros también participaron luchando por sus ideales.
Cuando menos pensé, estaba frente al Palacio de Cibeles, el cual por la fecha tenía una iluminación morada en conmemoración del día, aquella majestuosa construcción imponía aún más con este color que con su tradicional blanco, o tal vez era el significado que yo le daba. Y en frente, la fuente de Colón, que también estaba de morado al igual que la de Neptuno que ya habíamos pasado.
Cabe destacar que fue una marcha con mucho orden, respeto y que terminó con la lectura de los manifiestos de los diferentes bloques que conformaban la marcha de la Comisión 8M, la cual inició en Atocha y terminó en la plaza Colón.
Sin darme cuenta, al final del evento, estaba abrazando a otras mujeres que en la vida había visto y probablemente nunca volveré a ver, entre lágrimas y palabras de apoyo, simplemente nos dejábamos llevar por la emoción del momento. Era sororidad, era hermandad, era apoyo y saber que no estamos solas, que somos muchas.
Ya con el delineador corrido en mis ojos de tanto llorar y un poco remojada porque empezaba a lloviznar pero con el corazón lleno de amor, me despedí de mis amigas, las que me invitaron al evento, ellas no se imaginan lo que ha representado para mi poder asistir a mi primera marcha, y se lo debo a Beri, Samay y Emy , ¡gracias, gracias, gracias!
Deseo que tu también tengas a esas amigas que te inviten a ir a una marcha de 8M y que te des la oportunidad de asistir, y así, saber lo que se siente estar rodeada de miles de mujeres valientes, que luchan, que mueven, que organizan, que inspiran, que se la juegan por ti… y que te creen.
La lucha sigue, todos los días, y desde nuestras trincheras, sigamos haciendo la diferencia y abriendo caminos para las futuras generaciones, que me ha quedado claro, muchas de ellas ya lo entendieron todo.